Abstract
Hace veinte años, en octubre de 1989, conocí mi primer bosque mesófilo. Acompañando a mis amigos (y paisanos ingleses) Melanie Heath y Adrian Long, recorrí con ellos lo que quedaba de la vegetación natural en la cercanía de Pueblo Nuevo Solistahuacán en el noroeste de Chiapas, incluyendo el bosque mesófilo en la reserva privada de la Clínica de La Yerbabuena.