Resumen
Dicen por ahí, que en la imponente Selva Lacandona, una fresca mañana, cuando apenas asomaba el sol y se respiraba ese olor a tierra mojada que deja la lluvia de la noche, los lacandones, o hach wi nik, como se hacen llamar los hombres verdaderos, comenzaban sus actividades cotidianas, las mujeres prendían el fogón, calentaban agua para preparar un aromático té de zacate limón y hacer tortillas. Los hombres alistaban su morral, su machete, su pozol, todo para ir a sus milpas. Así como todos los días en la selva.