Abstract
El siglo XIX sorprende no sólo a una nación en formación y transición sino a una región como Chiapas que habría de iniciar su proceso de pertenencia vía la invención de ciertos iconos y arquetipos a través de la literatura y la plástica, principalmente que terminaron por afianzar una voluntad colectiva patriarcal y casi edénica, representada por los retratos de caudillos, políticos, damas de abolengo y benefactores.