Abstract
A lo largo de mis estudios como cantante, pedagoga musical y musicóloga, cursados en México y Alemania, me percaté de que mientras se tenía en alta estima a la música europea para canto y piano del siglo XIX, a la música mexicana, del mismo género y época, no sólo se le había marginado del terreno del concierto, sino que hasta hace muy poco -aproximadamente hasta 1990- había sido tratada en la investigación con excesivo desprecio, salvo, desde luego, algunas excepciones.