Resumen
Desprovisto de frivolidades, como digno hijo del espíritu, De amor y de mar irrumpe en nuestra conciencia para quedarse de plano sin interrupciones. Es que no puede ser de otra manera. No está hecho para irse o para cobijarnos a intervalos. La razón es muy sencilla. Se trata de reconocer y ser reconocido; se trata de monologar con tus orígenes, de apagar tu sed en las fuentes de la vida y de la muerte.